Faltaban solo unas cuadras mas para llegar a casa y admito que el perfume de su abrigo me trajo todo el camino embobado. Si en ese momento me preguntaran que debería respecto a Ryan, creo que solo podría sonreír.
Las calles se ven desérticas pero aun así, se oyen unos pasos tras de mí.
–¿Ya te aburriste de jugar a los Gays?– dice Maurice que sale de entre las sombras.
Al verlo me di cuenta que por unas cuantas horas, olvidé quien era, y también, olvidé cuanto me odiaba a mi mismo. Mí realidad.
Pero, tras de mí, en esos pasos bruscos que se acercan con una voz amenazante